Bello como Apolo, poderoso como Serapis, el emperador más famoso de la historia dejó muchos legados tanto históricos como culturales. Cientos de historias se cuentan de la mayor ciudad jamás construida. su faro y su biblioteca constituían un referente a nivel mundial de excelencia. El faro de Alejandría tenía una capacidad ahora utópica y la biblioteca albergaba todo el saber conocido hasta entonces. Millones y millones de volúmenes recogían obras completas de autores como Aristóteles, Sófocles o Pitágoras, de los queda una nimia representación que construye la base de nuestro pensamiento. Alenjandría, fundada por él mismo era ejemplo de modernidad, exquisitez y organización en todas su vertientes. Grandes palacios se abrían paso entre extensas calles y la organización urbana se estructuraba perfectamente como si de un campamento militar se tratara.
Aquel hombre de mirada perdida, pero sagaz y de gestos femeninos pero nobles ademanes. Construyó un mundo, su mundo basado en el respeto, la multiculturalidad, la disciplina y la excelencia por encima de todo.
Alejandría bien podría ser la Atlántida pues todas las virtudes de una y otra son semejantes. Ambas míticas desde su nacimiento, son nombradas en múltiples relatos y consideradas como ciudades por encima de todas. Grandes ejemplos de organización, belleza y técnica.
Era prácticamente adorado como un dios en su época aunque no se hacía representar como tal, sino como un hombre más. Menos en una excepción Alejandro nunca mandó ser representado en las monedas, es a su muerte cuando sus generales que se repartieron su territorio lo acuñaban en señal de divinizar el poder que les había sido transferido. Y buena de prueba de ello es que los bustos de Alejandro en no pocas ocasiones se han confundido con el dios Apolo y a su mujer con Afrodita.
Alejandro cara niño, alma de sabio. Tez de azúcar labios de fresa pero espada de acero y mente de hielo. Creo el imperio de sus sueños, gobernó ejércitos con mano de hierro y nos regaló nada menos que la base para nuestro conocimiento.
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