El telescopio espacial Fermi ha desvelado una gran sorpresa para los científicos pues, ha descubierto la existencia de dos grandes burbujas de rayos gamma (radiación energética poderosísima relacionada por ejemplo con la energía nuclear) en la Vía Láctea. Según la Nasa, las formaciones tienen una extensión de unos 25000 años luz a ambos lados del centro de nuestra galaxia. Además según estimaciones podría tener millones de años de existencia.
Las hipótesis para tal acontecimiento no se han hecho esperar. Las dos más aceptadas después de que se publicara el artículo en “Astrophysical Journal” es que o bien se trata de un residuo de energía de la formación de estrellas o una inyección energética de un agujero negro.
La primera se explica fácilmente ya que durante la formación de estrellas hay que vencer una serie de aglomeraciones energéticas que obligan a liberar grandes cantidades al universo. El proceso de formación de la estrellas aunque tiene gran parte de teórico ha sido muy estudiado desde el punto de vista matemático y en la actualidad se puede comprender de una manera bastante aproximada.
La segunda hipótesis sin embargo, es más farragosa desde el punto de vista físico. Ésta dice que esa gran cantidad de energía habría sido liberada por el superagujero negro que hay en el centro de la Vía Láctea. Ya se sabía que estas formaciones perturban su entorno de manera contundente por la gran atracción gravitatoria que ejercen sobre todo lo que le rodea, que les lleva a tragarse literalmente estrellas, cometas, asteroides o cualquier formación que se atreva a entrar en su órbita. Pero no se sabía que podía dejar un rastro de energía en forma de burbujas electromagnéticas.
Los expertos de todo el mundo se mantienen muy atentos a las novedades que pueden surgir en los próximos días y que abren una puerta más de exploración para la astrofísica.
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